Ramsés Ancira
Igual que ocurrió hace 44 años, por cierto número capicúa que se lee lo mismo al derecho que al revés, las principales avenidas de la Ciudad de México se llenaron del sonido de los cláxones que como sílabas en grupos de tres y dos, hacían la onomatopeya de las palabras Mé xi co Bra sil
Esto ocurrió al principio y al final del encuentro. Entre tanto los mejores comentarios los ofreció el "atajadón de Memo", el cambio de Giovanni: "debieron hacerlo desde el partido pasado" y el ingreso del Chicharito: "Como me recuerda al Centavo Muciño, un jugador de las Chivas de cuando era niño"
A las dos de la tarde los que podían darse el lujo de comprar una hamburguesa o una cerveza, entraron a los restaurantes de comida rápida para ver las pantallas planas que presumían los establecimientos para ganar clientela, pero también muchos otros, trabajadores de limpia, personas desempleadas e incluso indigentes se mezclaron en las aceras de los negocios que compartían sus pantallas hacia la calle, incluso hubo sitios como el restaurante Lynnis que colocaron bocinas hacia la calle para la gente que no podía el lujo de pagarse un café.
La nota visual la dio un automóvil de lujo, completamente decorado con los motivos de la bandera mexicana, pero también con detalles de la brasileña. El vehículo quedó envuelto en un momento por docenas de aficionados armados con botes de espuma, lo que seguramente les dio un buen susto a los dos ocupantes ante la posibilidad de que entre los "festejosos" de a pie surgiera de pronto alguno que rayara la flamante vestidura.
En un puesto de refrescos un joven estrenó su "Tablet" viendo el partido por Internet, en otros lugares, en las inmediaciones de Chapultepec, los vendedores cargaron pesados televisores para compartir el encuentro con los transeúntes.
Un restaurante ofreció una copa de tequila por cada gol que anotara México, otro cubas de un litro por 80 pesos y algunos más decían que para que el partido realmente dejara un buen sabor debía acompañarse de un buen platillo gastronómico.
Tras el encuentro terminado con empate a cero goles, un río de policías uniformados fue el primero en correr por las aceras con rumbo al Ángel de la Independencia para proteger el monumento histórico que corona la victoria alada, luego,otro río se formó sobre el paso vehicular con dirección desde el oriente hacia Chapultepec. A las 3 y 15 de la tarde, apenas terminado el encuentro futbolístico y con un clemente nublado que protegió a los celebrantes, la secretaría de Seguridad Pública decidió cerrar la calle,
Un par de globos rojos y botes de espuma, fueron los elementos empleados por los jubilosos participantes del festejo para alegrarlo
No se que celebran si no ganamos, decía un oficinista a sus compañeras, a la que una de ellas respondió de inmediato...pero no perdimos