viernes, 14 de diciembre de 2007

Edgar Morin en México. Primera Parte

Por Ramsés Ancira



¿Quién me presta unas palabras para describir en síntesis la visita de Edgar Morin a México? Las 500 personas aplaudiendo de pie en el auditorio del Centro Nacional de las Artes y docenas más repitiendo el homenaje en los pasillos me dan una idea: fue el magnífico espectáculo de quien es capaz de conmover con la inteligencia.

Fue, por cierto, un hecho poco frecuente. Es verdad que algunas orquestas sinfónicas o espectáculos magníficos han provocado el entusiasmo del auditorio; pero los asiduos concurrentes no recordamos que hubiera sido un hombre solo, sin más recursos que sus citas a Hegel, Marx, Ortega y Gasset u Octavio Paz, el que hubiera despertado entusiasmo tan contagioso.

Además no es el público que conoce las tonadas pegajosas de una melodía o que se derrite en admiración por el ídolo fabricado en la radio. Por el contrario, el auditorio está compuesto por esa élite conformada por menos del uno por ciento de la población de un país latinoamericano, la de universitarios avanzados.

Los aplausos continúan y no se trata de un ejecutante virtuoso ni de un bailarín vigoroso. No es tampoco un predicador de milagros ni un prestidigitador asombroso Es un buscador de la verdad. Un filósofo.

Sí. Cuentan las viejas crónicas que el mexicano Antonio Caso, uno de los fundadores de la Universidad Popular y del Ateneo de la Juventud llegó a salir en hombros después de alguna conferencia…

… pero en los albores del Siglo XXI, en la era de Internet y de la parafernalia tecnológica, no deja de sorprender el magnetismo y sencillez de un sabio que se limita a dar una vuelta a la bufanda como única defensa contra el frío, mientras su auditorio, con un promedio de edad medio siglo más joven, a duras penas puede contener la tos provocada por el bajo nivel de un aire acondicionado más apto para pingüinos que para el confort de un auditorio .
Es, antes que nada, un hombre generoso. Así lo demuestra cuando su paso es interrumpido en el vestíbulo por un periodista ansioso que lo interroga sobre temas tan diversos como las últimas rebeliones juveniles en París y los bajos niveles de los quinceañeros mexicanos, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Recuerda Morin que Francia es un país de inmigrantes; habla de cómo se ha perdido la tradición hospitalaria de una Nación que simbolizó el inicio de la democracia moderna

y de lo injusto que suelen ser las caracterizaciones, cuando en un país tan complejo como México se promedian calificaciones altas con otras bajísimas, dando resultados tan verdaderos como engañosos.

El tema sigue presente minutos más tarde, cuando nos recuerda, ya sobre el escenario del Centro Nacional de las Artes al personaje central de El Padrino, la obra de Mario Puzo protagonizada en cine por Marlon Brando. Cierto, se le puede caracterizar como un criminal, pero entonces hay otras partes de él que se diluyen: un padre, un buen vecino y en ocasiones hasta un justiciero.

Hablará Morin de la importancia de la historia en la educación: del papel de las universidades; del origen de la democracia; de cómo Shakespeare, en la visión de Octavio Paz, debería ser una lectura obligada para los políticos y de cómo en Irak y el Medio Oriente, el terrorismo ha sido sustituido por el terror.

De Enrico Fermi al Ácido Desoxirribonucleico, de la revolución de Internet a la educación a distancia, de los griegos a la Revolución Francesa, del cine del Siglo XX al mestizaje del flamenco y el rescate de la tradición gitana.

Morin es un octogenario que corre por los siglos a velocidad luz sin provocar el vértigo. La nave que conduce nos lleva a todos sin que nadie se pierda en la travesía, ni salga despedido de su asiento. Ni siquiera aquellos que tuvieron que tomar un sitio en los pasillos y escaleras..

Acudimos a la primera de las Guerras Médicas, vemos al inmenso imperio persa acechando a los griegos y sin embargo derrotados en Maratón; pasa el tiempo y están ahí otra vez, ahora por mar con una armada invencible que sin embargo es nuevamente vencida. Muy poco después acudimos en esas mismas islas, ahora llamadas polis, al nacimiento de la Democracia.

Ahora vemos esa tragedia llamada "Terrorismo" que provoca cientos de muertes; pero pocos años más tarde ese ente no necesita desinencias ni derivados. Es la sangre de cientos de miles la que se ha derramado. Son los nuevos persas, ahora llamados Marines que se imponen con armas futuristas en Irak. El terrorismo es ahora más terrible porque ya no admite eufemismos es simple y llanamente TERROR.

No entendemos el problema, parafrasea Morin, y ese es el problema. No existe la más privada de las actividades humanas que pueda esconderse del poder de los satélites; el celular, la mágica herramienta de comunicación, puede ser empleada en nuestra contra para localizarnos y aniquilarnos.

En la sesión de preguntas y respuestas nuevamente viene a cuento la complejidad, que Morin explica con tanta claridad y sin embrollos. Nos dice también: la educación a distancia es una herramienta maravillosa si se complementa con la emoción del maestro; la Universidad debe recoger toda la historia del pasado para empezar a inventar lo que será la historia del futuro, no existe razón sin emoción, ni emoción sin corazón.

Benjamín Juárez, director del Centro Nacional de las Artes es el primero en ponerse de pie para compensar con su aplauso, un poco de la emoción que nos ha dado Morin con su discurso, le siguen los rectores de varias universidades y más tarde cientos de jóvenes estudiantes que han sido los últimos en reaccionar, como decodificando no el discurso, siempre claro, sino la trascendencia que tendrá en sus vidas esta memorable tarde.

"La ciencia puede ser criminal si se olvidan el humanismo y la ética. Gracias por despertar en nosotros este recuerdo".


SIMPLEMENTE ÉTICA

Estamos ahora en la Mesa Educativa para Rectores, presidida por el filósofo Edgar Morin, según anuncia literalmente, con negritas y subrayado, el programa de Universia, la red de Universidades.

Quien agradeció el recuerdo fue el maestro Raúl Valadez, rector de la Universidad La Salle.

En México, hace rato que pasó la hora de la comida más importante del día y Morin apenas ha tenido oportunidad de darle una mordida a la empanada que se le ha ofrecido.

Ha establecido el diagnóstico y ahora, ante los hombres y mujeres que tienen el poder de cambiar los destinos de miles de estudiantes capaces de repensar y reinventar el futuro, Morin centra su mensaje en la palabra más corta para una definición tan compleja: Ética.

Se pueden definir al menos dos tipos de personalidad, dice Morin, la generosa y la egocéntrica.

"Mi felicidad, mi interés, mi porvenir, mi espacio, mi familia". Hay un egocentrismo útil, pero desde la infancia empieza la necesidad de afectividad. En cualquier conflicto hay una tendencia para buscar la culpa del otro, pero al mismo tiempo es indispensable relacionarnos para satisfacer ese egocentrismo.

Al egoísmo hay que añadirle una inercia burocrática que retrasa las cosas benéficas.

Mencionó Morin el caso de una cátedra que no se inició en París, tres lustros después de que un científico ganó un premio Nobel en la materia.

Más Sobre la ética y lo que ocurrió en la visita de Edgar Morin a México será reseñado en la segunda parte de esta crónica.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Edgar Morin en México Parte II

Foto del Portal Universia


Por Ramsés Ancira



Si la conferencia de Edgar Morin en el auditorio del Centro Nacional de las Artes fue un viaje a la velocidad de la luz por la historia de las ideas; la mesa educativa para rectores tuvo a la ética como fuerza centrípeta para atraer a la ciencia más avanzada, a la economía y la política porque fuera de ese centro gravitacional, sus fuerzas aisladas son amenazantes para la especie humana y para su nave espacial, el planeta tierra.

Para los nazis, recordó el también sobreviviente de la resistencia francesa en la II Guerra Mundial, las personas que se oponían a obedecer lo que ellos ordenaban, eran considerados enfermos y los tomaban como sujetos de experimentos de control.

No profundizó Morin sobre el tema, pero de estos experimentos habla Leon Uris en su novela QB VII. Instalaban a dos personas, muchas veces familiares y les entregaban un control para realizar descargas eléctricas sobre la otra. Si se negaban, ellos eran quienes recibían la corriente. Algunas madres fueron electrocutadas por negarse a infligir dolor a sus hijos, otros fueron convertidos en criminales.

Lo que sí dijo textualmente Morin es: hay que luchar contra los errores de la perdición. Hay que superar la inmadurez emocional e intelectual de los humanos, en un siglo en donde no hay progreso, no podemos recaer en los errores del pasado, no podemos caer en otras degradaciones como el pasado.

Atentas le escuchan la doctora Magdalena Fresán Orozco, rectora de uno de los campus más recientes en la Ciudad de México, el de la UAM Cuajimalpa y la doctora Giovanna Valente Nigrini, Directora General de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

También Rubén Reynaga, rector Fundador de la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin; Enrique Cabrero Mendoza, director del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) Héctor Arreola Soria, director general de educación superior tecnológica; Ambrosio Luna Salas, rector de la Universidad La Salle; Raúl Valadez García, también rector de la Universidad La Salle en el plantel NEZA; Raúl Arias Lovillo, rector de la Universidad Veracruzana; Norberto Tapia, Director General de la Dirección General de Televisión Educativa; y Alejandro Pizarroso, decano de la Universidad Complutense de Madrid

¿Quién sabe si Pizarroso expresaba honestidad intelectual? ¿Representaba en ese momento la posición bélica de su ex presidente Aznar o los intereses de la industria de la guerra?

Yo no lo se de cierto; pero al escucharle hacer una apología de la violencia, ante un hombre descendiente de sefarditas quien pudo terminar sus días en una cámara de gases durante la Segunda Guerra Mundial, sentí que Pizarroso era un provocador.

Pero Morin no perdió la serenidad. Aprovechó el ejemplo previamente rememorado del español sobre el inicio de la Revolución Francesa y recordó: "La toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 fue un hecho tonto porque ni siquiera había prisioneros.


"Es cierto que ese hecho de violencia es el símbolo de una nueva época de la democracia; pero no se puede tomar la Bastilla todos los días. La violencia no siempre da resultados".

Diría Juan María Alponte en una crónica publicada a la semana siguiente de la visita de Morin que este le recordaba a Gandhi. Yo no coincido, a sus 85 años el filósofo francés no requiere de anteojos; sin embargo…sí, tal vez, si coinciden si recordamos que Mohandas dijo no hay camino para la Paz porque la Paz es el camino, mientras Edgar dice a los rectores "Hay que cambiar el camino, de lo contrario, iremos a la catástrofe, vamos por el camino de la metamorfosis, hay que salvaguardar a la humanidad de los peligrosos y destrucciones".

Detrás de la mesa de rectores, maestros, periodistas y comunicadores, personas de oficios distintos con algo en común (el interés sobre la manera de convertir la información en conocimiento) también escuchamos atentos.

La maestra Elba Rosa Morales, una de las más entusiastas organizadoras de la Muestra Iberoamericana 2007 de Televisión y video Educativo, Científico y Cultural; Pablo Cabañas, conductor del canal de cable Aprende; el doctor Carlos Delgado, integrante del Consejo Académico Internacional de la Multiversidad y este cronista, promotor del Instituto de Radio y Televisión del Distrito Federal somos también pasajeros de este viaje en un salón amplio y felizmente iluminado por el sol.

¿Por qué si es tan grato el camino de la inteligencia llevamos esta nave, el planeta tierra, por rutas de tan alta turbulencia?.

La pregunta que muchos nos planteamos sin externarla tiene una respuesta expresa de Morin: la destrucción de las economías, los constantes conflictos religiosos, culturales y sociales van en dirección de una catástrofe, pero así como hay probabilidades hay improbabilidades, y todo depende del hombre.

EL CABALLERO FILÓSOFO

En el Alcazar del Castillo de Chapultepec, Edgar Morin hace gala de una característica proverbialmente atribuida a los caballeros galos. El beso en la mano de Josefina Vazquez Mota, oportunamente captado por la cámara de El Sol de México, define sin letras la palabra galantería y el rostro de la funcionaria, que en tantas otras imágenes refleja el hastío de quien padece por igual del servilismo y las intrigas palaciegas, luce esta vez la sonrisa de una mujer francamente halagada por ser mujer y no solo por ser ministra de Estado.

Pero hay más en esa sonrisa franca. Tal vez la comunión de la idea de que educación, ciencia, ética y política tienen que ir juntas, o no hay país capaz de eludir las turbulencias que provoca la fusión de ignorancia, retraso tecnológico, codicia y abuso de poder, que son las antítesis.

Esta reflexión, compartida delante ante un majestuoso ejemplo de muralismo mexicano, continuará en París, durante la próxima gira de trabajo de Vázquez Mota a Europa y luego en octubre de 2008, cuando los pedagogos más importantes del mundo se reunan en Hermosillo para tejer las redes de cooperación educativa

Mientras tanto, a la misma hora, en la UAM Xochimilco, estudiantes de comunicación que preparan un documental sobre Edgar Morin, no están dispuestos a quedarse sin material periodístico, a pesar de que les han informado que el filósofo no llegará al auditorio donde le esperan.

- Voy a hacerle una pregunta al estilo Morin, me dicen súbitamente ¿Es usted feliz?

Creo que la experiencia de las horas previas hace que la respuesta no tarde demasiado:
- La felicidad no es un estado permanente, es algo a lo que se llega. Soy feliz cuando hago lo que debo.

Ya no lo externo pero pienso para mí. Hago lo que debo cuando hago lo que creo, y creo que debo escribir una memoria personal de este acontecimiento: la visita de Edgar Morin a México.

Las palabras de Morin llegan a mí una y otra vez y lo cito en cada una de mis conversaciones en los días posteriores. No estaré en paz hasta que inicie esta crónica.

¿Quién me presta unas palabras para describir en síntesis la visita de Edgar Morin a México?
Anoto una idea: Fue el magnífico espectáculo de quien es capaz de conmover con la inteligencia. Sí, pero más que eso, reflexiono después, todos de una manera u otra contribuimos a cambiar la vida de las personas. Morin es uno de esos pocos que puede cambiar los signos que hacen la diferencia entre la grandeza… o la barbarie de la sociedad planetaria.

Una kathedra en un minuto

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