martes, 17 de octubre de 2017

Quinto encuentro Internacional de Clown


Desaparecidas en las fábricas

Diario de un reportero

Ramsés Ancira

Por el frente, el edificio ubicado en Bolívar 168, Colonia Obrera, lucía moderno y enigmático debido a los cristales oscuros que constituían su fachada, por lo mismo no se veía que la estructura fuera particularmente pesada; sin embargo el costado hacia el sur revelaba un descuido de varios años sin pintura. Esto solo era un indicio, lo más realmente grave era que se hicieron modificaciones estructurales que causaron la muerte de al menos 12 mujeres y tres hombres.
“M Hilo”, “Línea Moda Joven”, “ABC Toys Company S.A. de C.V.”, “SEO Young Internacional S.A. de C.V.”; “New Fashion” y “Dashcam System S.A. de C.V.” eran las seis empresas que estaban registradas en el edificio ubicado entre dos inmuebles de uso federal: en el costado norte la escuela primaria Simón Bolívar y en el sur, sobre la calle de Chimalpopoca, el estacionamiento de la Procuraduría Agraria.
Foto Google Maps

Imágenes captadas por teléfonos móviles de particulares muestran que el edificio cayó hacia el costado derecho, hacia el estacionamiento, de manera que no tenía sobre que apoyarse.
Fotograma de video compartido en You Tube


En cambio el edificio estaba coronado por antenas de radiocomunicación que quedaron enteras tras el desplome. La Secretaría del Trabajo de la Ciudad de México, cuya titular es la ex gobernadora de Zacatecas Amalia García, precisó los nombres de las empresas que ocupaban el edificio administrado por Inmobiliaria Inmóbico SA de CV, pero no se ha informado si el peso de estas pudo contribuir al derrumbe.
Un reportaje realizado por Mónica Villanueva, del Sol de México, revela que 13 años antes, el ingeniero Óscar López Batís del Centro Nacional para la Prevención de Desastres había elaborado un dictamen donde se recomendaba realizar reparaciones. En ese entonces el edificio era ocupado por oficinas del gobierno federal, concretamente se habla de la Procuraduría Agraria y del entonces Instituto Federal Electoral. Estas instituciones lo habrían dejado por los riesgos que representaba, lo cual no fue obstáculo para que las ocuparan esas seis empresas privadas, en las cuales murieron tres de los empresarios, todos ellos de origen extranjero.
De acuerdo a este reportaje las modificaciones se hicieron en la azotea, donde se ubicaban las antenas, y las cargas no estaban ubicadas en el soporte de las trabes, por eso la rapidez y la magnitud del colapso.
Bolívar 168 es quizá el edificio derribado donde más rápidamente se reunieron civiles para intentar buscar rescatar a personas con vida dentro de los escombros, pero también donde más urgencias demostraron para utilizar maquinaria pesada. El 21 de septiembre autoridades de la Ciudad de México informaban del rescate de 21 cuerpos sin vida. También se informó que otras habían muerto en hospitales.
Sin embargo la Procuraduría de la Ciudad de México y Locatel sólo tienen registradas 15 víctimas, entre los cuales se encuentran claramente identificados los empresarios Kyong Jea Lee, de origen coreano, el paraguayo de origen taiwanés José Lin y el argentino de origen judío Jaime Askenazi. La mención de sus orígenes étnicos no pretende de ninguna manera discriminar, mucho menos en la muerte, sino resaltar que ellos al menos están plenamente identificados, lo que no ocurre con las víctimas femeninas.


Jose Lin. Foto de TelefuturoInfo. Paraguay

Las 12 mujeres muertas de Bolívar y Chimalpopoca a las que se ha podido identificar con plenitud, en la mayoría de los casos estaban registradas en el seguro social. Las sobrevivientes de las empresas de las industrias textiles recibieron el pago de sus honorarios devengados en un estacionamiento cercano al inmueble colapsado y la familia del empresario Askenazi, un hombre reconocido en la comunidad judía de México por su trabajo social, se ha comprometido a darles a los deudos de las personas fallecidas, una indemnización muy superior a la que obliga el seguro social.
¿Pero qué sucede con las que no lo estaban? Se conoce el nombre de las 4 mujeres taiwanesas incluidas entre las 12 víctimas femeninas. El 21 de septiembre se informaba de un total de 21 cuerpos, pero al 16 de octubre ya solo se hablaba de 15 en total ¿Qué ocurrió con las otras seis? ¿Quiénes son las personas que murieron en los hospitales?
En estricto sentido las mujeres de esas fábricas no eran costureras, como sí lo fueron muchas de las víctimas del otro 19 de septiembre, el de 1985, sino contadoras, pegaban bisutería a los vestidos o diseñaban los cortes de vestidos. De hecho la razón de que no haya un mayor número de muertes puede deberse a que algunas de ellas trabajaban con catálogos de ventas fuera de la fábrica.
Organizaciones feministas se concentraron en este inmueble para intentar prestar ayuda, pero elementos del ejército, los primeros en llegar, las despojaron de sus herramientas, aseguran. Cuando fue la Marina la que se hizo cargo y las mujeres preguntaban a donde serían trasladadas las personas heridas, los elementos les respondían que no sabían porque ellos no eran de aquí. Finalmente el predio fue rodeado por un número tal de granaderos, que más que custodiar el lugar de un siniestro, parecían estar resguardando el tesoro de Moctezuma.
El miércoles 20 de septiembre, 24 horas después del sismo, acudió al lugar el secretario de gobernación, Miguel Osorio Chong, pero el área todavía se encontraba bajo control de los civiles, quienes lo echaron con gritos y relativa violencia. (Fuente https://www.youtube.com/watch?v=x0v1zXWFdHw)

La urgencia de meter maquinaria pesada, donde se sospechaba que todavía hubiera sobrevivientes, difícilmente pudo ser frenada por los civiles que intentaban ayudar, pero esto no pudo prolongarse más que unas horas, porque pronto fueron desalojados. Aun así hay que reconocer que el exceso de voluntarismo también podría resultar en un estorbo más que en ayuda para el trabajo de los expertos.
Más allá de los hechos controversiales, que dependen de la subjetividad de los espectadores, las autoridades federales y locales nos deben un reporte confiable de las desaparecidas en las fábricas y sobre los responsables de arrendar un inmueble que no cumplía con los requisitos legales para ello.

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lunes, 16 de octubre de 2017

Razones para odiar al IMSS (y no votar por el PRIAN)


Diario de un Reportero

Ramsés Ancira
En el mes de mayo Isabel acudió a la sucursal del IMSS en Avenida Coyoacán porque cuando se registró en el Seguro Social en 1974, hace ya más de dos terremotos, la inscribieron como Ma. Isabel y no como María Isabel que es su nombre completo. Este gobierno sospechosista consideró que no era la misma persona de manera que le exigió un trámite de homologación de cuentas y Clave Única de Registro de Población.

Para ello le exigieron las hojas rosas de todos los trabajos en los que hubiera estado afiliada. A pesar de sus 60 años, muchos cambios de domicilio en más de 40 años y no tener conocimientos de archivística, Isabel logró rescatar de una montaña de papeles (entre los que se encuentran misales, fotografías, oraciones a quien sabe cuántos santos y catálogos de zapatos y perfumes que vendió para sobrevivir cuando no pudo conseguir trabajo formal) suficientes hojas rosas para demostrar que trabajó, afiliada al IMSS,  de los 17 a los 34 años de edad.

Pero esta vez ya no acudió a la misma subdelegación del Seguro Social, sino que con la ayuda de otros realizó el trámite por internet, que se supone tomaría 90 días. Con ese comprobante volvió cinco meses después para que le informaran cuántas semanas cotizó. Antes lo intentó por Internet, pero el sistema respondió que con ese número no se habían cargado aún los datos, por lo que tendría que acudir de nueva cuenta a la delegación de Plaza San Jacinto.

Así lo hizo con el documento que comprobaba la homologación de claves, pero los empleados de ventanilla le argumentaron que como no se sabía cuál de estas era la correcta, tenía que volver a juntar todas sus hojas rosas y un atemorizante formato de varias páginas. Atemorizante para cualquiera, pero más  para quien solo concluyó la secundaria en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos.

Isabel protestó y pidió hablar con el jefe de la oficina, la pasaron con el subjefe y este dijo que no era cierto, que en el mismo  documento sí señalaban la clave correcta de afiliación al IMSS. Volvió a la ventanilla… donde le respondieron otra vez que no, que debía llevar otra vez todos sus comprobantes de trabajos.

Inconforme Isabel nuevamente acudió y  fue recibida por  la verdadera jefa de la oficina, pero al final siguió siendo inútil, tendría que volver a buscar sus comprobantes y esperar otros 90 días, a pesar de que en el primer trámite de homologación, el IMSS ya había recabado todos los datos necesarios.

Pero además como sus primeros sueldos fueron con tres ceros más, ya que fueron pre Salinas de Gortari, lo más probable es que la pensión fuera insignificante, por lo que le recomendaban trabajar por lo menos año y medio más para obtener su pensión.

¿Y si trabaja por su cuenta y cotiza voluntariamente hasta que se cumpla este requisito? Le responden que no, que un patrón la tiene que contratar ¿En México y a los 60 años?

Las aportaciones voluntarias, le dicen, se cancelaron en el mes de febrero del sexto año de gobierno de Peña Nieto, mismo año en el que el poder legislativo dispuso de 14 mil millones de pesos, gran  parte de los cuales fueron destinados al PRI y al PAN.

Si Isabel hubiera ahorrado mil pesos a plazo fijo cuando se afilió al IMSS ya debería tener una cantidad millonaria a pesar de los avatares con los ceros. Se supone que todo el dinero en su favor fue depositado en una cuenta concentradora de Afore XXI que crea intereses mayores a la inflación. ¿Cuánto dinero es esto? El IMSS no le quiere decir.

Si hubiera ocurrido al revés, si ella hubiera quedado a deber 100 pesos a una tarjeta de crédito y no hubiera pasado a cuentas incobrables, con los intereses sobre intereses, ese banco ya tendría para pagar sin ningún apoyo los costos de la reconstrucción de los sismos de septiembre de 2017.

En este momento el Seguro Social tiene una campaña millonaria para presumir avances en la atención de urgencias y la realización de cirugías en fin de semana; pero en lo que se refiere al pago de las pensiones, el trámite es una pesadilla.

Hace menos de dos meses hice una felicitación pública a un funcionario del IMSS San Jacinto por el gran interés que mostró por rastrear todos los empleos que he tenido desde 1978 para poder entregarme la unificación de claves, ya que la UNAM volvió a afiliarme en mi carácter de estudiante y me proporcionó otro número distinto.

Además, en 1978, cuando tuve mi primer empleo, todavía no se empleaba la Clave única de Registro de Población que ahora es indispensable para los trámites en el IMSS. El 29 de septiembre recibí por correo electrónico la notificación de que ya había concluido el trámite y podía acudir a la Afore que deseara para transferir mis recursos.

Pero de la misma manera, cuando intenté saber a cuanto ascendían estos ahorros me respondieron que no había nada capturado con mi nueva clave, por lo que tendría que regresar a San Jacinto ¿y esperar otros 120 días para que el IMSS vuelva a buscar los documentos que ya había localizado?


Odiar no es un buen consejo. Es mejor denunciar. Finalmente ya habrá oportunidad de recordar todas las vueltas y la burocracia cuando tengamos enfrente la boleta electoral y no crucemos los emblemas ni del PRI, ni del PAN, los dos únicos partidos que han gobernado el país en el último siglo. 

Una kathedra en un minuto

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