viernes, 10 de febrero de 2012

¿Que le pediría al GDF? o porque las mujeres deberían votar por un hombre

¿Qué le pediría al nuevo GDF?
Sara Lovera / Palabra de Antígona
Publicado originalmente en Forum en línea
La ciudad de México es una de las más grandes del mundo, no sólo por el tamaño de su población sino por el valor en inversión económica y de trabajo que representa. Es México, el oasis progresista del país, con una tradición que le ha permitido resistir, asumir y disfrutar de una legislación avanzada, no sólo en el terreno de la ciudadanía, sino de los derechos de las mujeres y la diversidad.
En la ciudad de México desde hace varias décadas, anidó, creció y se desarrollo el movimiento feminista más potente y avanzado del país. Lo que conocemos como la agenda feminista ha encontrado eco, desde antes de que llegara al poder la ideología socialdemócrata que sustentan los partidos definidos como de izquierda.
Es la capital de la república y ha sido gobernada por un breve tiempo, por una mujer, Rosario Robles. Aquí, hay gobiernos sucesivos del Partido de la Revolución Democrática desde 1997.
El Distrito Federal, apéndice de la república, logró elegir a sus autoridades gubernamentales en una cruzada democrática muy emocionante, que hizo posible para la ciudadanía de a pie, elegir primero a su jefe de gobierno, una Asamblea Legislativa y luego a las autoridades de sus 16 delegaciones, alguna con 2 millones de habitantes.


Ahora, en 2012 se renovarán todas esas autoridades y por la Jefatura de Gobierno van a contender dos mujeres. La tlaxcalteca Beatriz Paredes, política desde los años setenta, formada por las mejores causas de la Revolución mexicana, primerísima en el debate de las ideas, exsubsecretaria, dos o tres veces diputada federal, la segunda gobernadora en la historia de México, simpática, amante de la buena vida y de la música.
Desgraciadamente los años no pasan en balde, en los últimos de nuestra historia, atrapada por el poder y su carrera, renunció a su postura de avanzada en muchas cosas, mostró una cara anticomunista, atrasada y, finalmente, se opuso a la interrupción legal del embarazo. No habrá quien la salve en la contienda, no tiene partido organizado porque el PRI prácticamente desapareció, como bien se sabey su discurso es desgastado e insuficiente para la población de esta capital.
El partido en el poder presidencial, el conservador Acción Nacional, imaginándose quién sabe qué, invitó a Isabel Miranda de Wallace a representarlo en la contienda por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. Nadie puede negarle a esta madre de un joven secuestrado y asesinado sus habilidades y sus destrezas, pero de política para dirigir el gobierno de esta capital pujante, compleja, diversa, no sabe nada. Su discurso de seguridad, imitando a Felipe Calderón, su pensamiento conservador y su audacia discursiva no le deparan nada bueno.
Y, finalmente, el exprocurador del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, padre de dos hijos de su segundo matrimonio; sencillo, a veces desangelado frente a la postura de los potentados, nada prepotente, de una familia emprendedora que ha creado un consorcio de restaurantes de comida mexicana, declarado sin partido político, tendrá que crecer en lo político ampliamente para llegar a la Jefatura del Distrito Federal y blindado por una abierta vocación democrática.
Todo indica que la izquierda socialdemócrata podría seguir gobernando. Sin embargo, faltan meses para tener un panorama completo, por ahora así parece, porque los gobiernos que preceden al inmediato futuro han conseguido mantener a esta ciudad en paz y con importantes adelantos.
A la nueva Jefatura de Gobierno, las mujeres le pediríamos ni un paso atrás en las leyes, los derechos y los adelantos progresistas. Mantenerse en ese lugar donde hemos conseguido la interrupción legal del embarazo hasta las 12 semanas, el matrimonio entre personas del mismo sexo, una red de protección y prevención de la violencia de género y una enorme lista de derechos ciudadanos, que hacen de esta capital la más avanzada del país.
También tendrá que enfrentar los rescoldos de ese priísta que todos llevan dentro: corrupción, a veces inconfesable, pobreza, discriminación y todavía falta de servicios. ¿Cómo enfrentar el problema del tránsito? ¿El de la vivienda adecuada para miles de personas? ¿Las dificultades cada vez mayores para contar con agua, escuelas y calles suficientes?
Nuestra ciudad tiene también el más completo y maravilloso espacio de cultura y recreación; símbolo de la cultura nacional, con una universidad emblemática y miles de personas que trabajan duro y macizo, pero que no hay salario que ajuste, ni comida suficiente.
En el proceso que nos llevará a julio, donde finalmente sabremos qué pasa, tiene grandes obstáculos. A pesar de todo, hay enormes problemas ideológicos. Aquí también está la fuerza de la Iglesia católica que trabaja por volver a tiempos antiguos, donde apuesta a nuestras miserias, el individualismo, la discriminación y el hartazgo porque no hemos ido más rápido.
Las fuerzas conservadoras apuestan a la desinformación y la indiferencia, y los gobiernos democráticos no hicieron toda la tarea para que la población capitalina aprecie con suficiencia los avances, como la mejor ley migratoria del país, la recuperación auténtica de barrios y comunidades, la construcción de casas, que por ejemplo se multiplicaron en la época de Andrés Manuel López Obrador.
No se produjo una transformación, necesaria, de las viejas costumbres que nos heredó el PRI, del clientelismo y el abuso de poder, que serán resabios a superar en la próxima administración. Yo le pediría a la nueva Jefatura de Gobierno no dilapidar lo ganado, si acaso hay continuidad partidaria, me asusta enormemente el retroceso.
Me asusta, igualmente, lo que la gente pueda interpretar cuando dos mujeres buscan llegar al gobierno. Me asusta que se confundan, que prive lo que se llama mujerismo, pensando que una mujer, sólo por ser mujer, puede mejorar las cosas. Me asusta que no se haya logrado explicar a mujeres y hombres, que no es el sexo lo que define a un o una gobernante, sino las ideas progresistas, la honorabilidad y el compromiso con fórmulas democráticas para las relaciones entre los hombres y las mujeres. Tarea que no pudo llevar a cabo la política de género institucional, como hubiéramos deseado.
Me temo que los cambios a la derecha puedan sobreponerse a la continuidad, en este caso, como en muchos otros, en nuestra historia, no necesariamente negativos, Me asusta que no pueda desentrañarse esta verdad. Si vamos atrás con la señora Wallace o la priísta Paredes, nos va a doler profundamente. No es que estemos cerca del cielo con el frente progresista y de izquierda, pero desde luego es lo mejor que coincide con la tradición capitalina avanzada, progresista y libre. Veremos.

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