viernes, 7 de septiembre de 2007

Una noche laica con Francisco Martín Moreno


Así como la exposición de Frida Kahlo en Bellas Artes fue el evento cultural pictórico del año en México, la presentación del libro México ante Dios se convirtió en el evento literario de 2007, no sólo por haber congregado a los intelectuales liberales contemporaneos más famosos, sino también por su original formato.
Atravesar Presidente Mazarik, una tarde lluviosa de jueves, es una aventura que toma casi una hora. Por eso, llegar a un salón tenuamente iluminado, ambientado con música barroca resultó una excelente manera de disponer al espíritu y sensibilizarnos para el arte.
Antes de las ocho de la noche ya resultaban insuficientes las sillas dispuestas en el salón. Varias mujeres, ataviadas con minifaldas y ajustados vestidos que acentuaban hermosas formas, pronosticaban que el evento no iba a resultar adecuado para ese tipo de personas genéricamente denominadas como "Mochos".
Alejandro Gertz Manero; el ingeniero Jorge Díaz Serrano y su esposa, la inmortal modelo de la Diana Cazadora, escultura emblemática en Ixtapan de la Sal y la Ciudad de México se distinguían entre las personalidades asistentes.
Al anunciar la tercera llamada, el auditorio quedó gratamente sorprendido al identificar a Benito Juárez y Melchor Ocampo, representados una tarde en Nueva Orleans, reflexionando sobre la tragedia que representaba para los mexicanos vivir en una Nación marcada por el bautizo, la confirmación, el matrimonio, los santos óleos y el entierro, actividades todas que requerían de pagos obligatorios a la Iglesia.
Conocimos así la historia de una mujer michoacana extremadamente pobre que al pedirle al jerarca eclesiástico local un pedazo de tierra para enterrar a su marido "en sagrado" y manifestarle que no tenía para el entierro, recibió como respuesta que entonces mejor salara el cuerpo y se lo comiera, al fin y al cabo su alma estaba destinada al infierno.
De nada sirvieron las súplicas de la autoridad civil local, representada por Don Melchor Ocampo y sólo se logró el entierro del campesino, cuando le aseguró al clérigo que si no había espacio para enterrar a uno, él vería la forma de que el entierro fuera para dos.
En su turno Carlos Monsivais presentó un ensayo literario a manera de telegrama, lo que sin duda fue un recurso interesante, aunque no del todo logrado ante la dificultad de sostener el micrófono inalámbrico y las hojas del discurso. Más vale esperar a la versión impresa que reseñarlo.
Federico Reyes Heroles prefirió declinar la lectura y en su lugar charlar sobre la novela histórica en tierras tropicales. Recordó La Fiesta del Chivo y El General en su Laberinto de Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, respectivamente, a quienes encomió junto a Martín Moreno por intentar mostrar a las nuevas generaciones como está hecha la historia.
Germán Dehesa volvió a confirmarse como un estupendo orador. Yo no se si ustedes tuvieron Madre, bromeó, pero yo tuve una de tiempo completo para quien el goce y el disfrute estaban reservados para un mundo futuro. Del placer, apuntó, el placer no era una palabra de su vocabulario y quien a este aspirara tenía la amenaza de que se le licuara la médula.
Relató después como había conocido a muchos lectores que después de 100 años de Soledad tuvieron un miedo irracional a García Márquez y se negaron a leer otra cosa de él, privándose de El General en su Laberinto y también de como Simón Bolivar un día se marchó, así nomás, como solían hacerlo los latinoamericanos cuando ya no se sentían bien recibidos. Una costumbre que sería ideal adoptaran los presidentes mexicanos, iba concluyendo Dehesa su mensaje.
Pero n0 había terminado aún, lo hizo cuando citó de nuevo a su progenitora al decirle "Hay Germán de veras que tú no tienes remedio".
Cuando llegó el turno de Francisco Martín Moreno se le veía con prisa de dar a conocer su mensaje, el de que la reacción no descansa, el de lo trágico que resulta que la Universidad Iberoamericana y La Anahuac y otras por el estilo sean las que tienen el patrimonio de educar a las clases dirigentes.
Ilustró con varias anécdotas como la "educación" ha falseado la historia, ocultándonos que Hidalgo, al gritar Viva Fernando Séptimo nunca pretendió ninguna Independencia; como la Corregidora quizo avisarle a Allende que su esposo había descubierto que esperaba un hijo de él y no que se hubiera descubierto el movimiento insurgente y, finalmente, como Porfirio Díaz fue amenazado para obligarle a desconocer la Constitución que garantizaba la separación de bienes de la Iglesia y el Estado, pues de otra manera no se le otorgaría la absolución de los pecados a su concubina y sobrina, con la que había procreado varios hijos.
Martín Moreno culminó diciendo que cuando la Iglesia condene al infierno a las personas que traigan al mundo a hijos que no tendrán que comer y a los que no puedan mantener, México saldrá de su crisis y elevará su economía y su producto interno bruto.

Es lamentable que con una organización tan cuidada, se hayan olvidado de registrar en video el evento de una noche histórica, una noche culta, una noche laica, una noche en la que se dieron cita algunas de las mentes mexicanas liberales más ilustres de estos albores del Siglo XXI.

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