La pregunta en voz de un sicópata resulta aterradora. Al crimen organizado se le combate a través de sus operadores de cuello blanco, detrás de sus crímenes no hay nada personal, es sólo negocio. Los llamados terroristas generalmente actúan por venganza o por motivaciones políticas, porque el negocio de mercenario es muy redituable, en todo caso. Pero esta vez de lo que se trata es de ser implacable, de romper una marca de asesinatos.
El objetivo es el caos, no para fines ulteriores, sino para demostrar sin asomo de duda que la humanidad está podrida, que nadie es mejor que nadie porque unos son los peores; pero los otros también.
Esta es la premisa que sustenta la segunda parte de la nueva serie de películas de Batman, estrenada tres años antes de su predecesora.
Con menos de 40 años de edad y 10 películas en su carrera, Christopher Nolan logró escribir y dirigir una película que no sólo por sus marcas de taquilla, sino por la calidad de su argumento y por mantener la tensión y expectación por más de dos horas, quedará inscrita en el cine de culto.
A ello sin duda contribuirá la extraña muerte en la vida real de Heath Ledger, el interprete de El Guasón, personaje que esta vez no despertará el menor asomo de simpatía, pero sí terror, particularmente con el uniforme de enfermera, en una escena que pareciera diseñada por siquiatras especialistas, para crear una imagen imborrable.
Batman, The Dark Knight está en las antípodas del interpretado por George Clooney en 1997. Incluso el caballero oscuro que nos presentó Tim Burton en el relanzamiento cinematográfico del personaje, en 1989, resulta bastante light, en comparación con este.
Quizá una clave de lo que hace tan diferente a esta película se encuentre en el origen británico de sus principales creadores: Christopher Nolan, egresado de la carrera de letras inglesas; su hermano Jonathan, quien fue nominado al Oscar por escribir Memento, otra cinta que ya es de culto; el galés Christian Bale, quien fue descubierto y lanzado a la fama por Steven Spielberg, cuando tenía 13 años en El Imperio del Sol, y Michael Caine, que con esta, ha participado ya como actor en 132 películas.
También distingue a esta película, sobre otras de superheroes, que los villanos no son únicamente dementes del Asilo Arkham o fenómenos siquiátricos, también son narcotraficantes latinos, vendedores de protección de origen italiano y profesionistas chinos. Por exclusión se entiende que los terroristas de origen árabe, a diferencia de lo que opina el presidente de Estados Unidos, no representan ningún problema para los habitantes de Ciudad Gótica.
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