Podemos empezar por destacar el Auditorio Blas Galindo, una de las sedes de le Orquesta Escuela Carlos Chávez. Los programas que aquí se presentan, incluso con más de 100 músicos y coros de 50 o más integrantes a veces son capaces de llevarnos al paraíso, particularmente cuando se presentan obras de Tchaykowsky o de autores mexicanos como Arturo Márquez, cuya sonoridad y alegría son capaces de alcanzarnos al éxtasis.
Aunque es una escuela, los directores y solistas invitados de distintos países, pero sobre todo mexicanos, nos llevan a conocer obras para instrumentos como el clavicordio o el contrabajo. Es una escuela, sí, pero por el virtuosismo de sus jóvenes ejecutantes, no es una escuela para músicos, mas justo sería considerarla una escuela para públicos, para que aprendamos a escuchar música sinfónica y orquestal.
Otra cosa a destacar es el estacionamiento subterráneo, en dos niveles para cientos de vehículos GRATIS. Es justo y no debería ser de otra forma, con su amplísima extensión sería muy difícil estacionar el coche cerca del CENART. Acceder a pie no es tan fácil, tanto por lo difícil que es atravesar las avenidas de Tlalpan, como porque la estación del metro más cercana, General Anaya no está cómoda para personas de la tercera edad o con dificultades de movimiento, como buena parte del público del Centro Nacional de las Artes.
Los enormes jardines de lo que fuera parte de los históricos Estudios Churubusco, no son sólo áreas verdes, son escenarios para obras en movimiento en las que el público puede seguir a los actores a través de míticos mares o legendarios páramos. No es fácil encontrar lugares en que como este, niños y grandes vivamos grandes aventuras a salvo de dragones o de trayleres sin frenos que puedan despacharnos en un segundo a otro mundo.
El teatro y la Danza son otros de los grandes micromundos del Cenart. El cine tiene su vertiente comercial y culta ya que hay un complejo de Cinemex (del que esperamos pague suficiente renta como para poder mantener gratuito el estacionamiento que beneficia a sus clientes, tanto como a los otros espectadores) y salas de proyección, generalmente gratuitas aunque con menos funciones de las deseables, en el Centro de Capacitación Cinematográfica.
Podríamos seguir enumerándole porque el CENART es uno de los lugares más felices de la Ciudad de México, uno de nuestros paraísos terrenales, pero como las actividades son tantas y tan variadas, mejor le invitamos a ver la cartelera, a ver que es lo que más le provoca una tentación, una sana, que lejor de llevarle al infierno, le dará la sensación de una tarde en el EDEN.
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