"La persona que canta no es una persona que llora ni guarda tristezas". Cuando un pueblo canta el espíritu vibra y se llena de paz y de esperanza". La ciudad de México y su área conurbada tienen su magia y su folclor, su encanto y su gracia, por eso ha merecido que le canten.
A Guadalupe Trigo fue a quien le correspondió escribir el himno de esta gran ciudad: . -"Mi ciudad es chinampa en un lago escondido, es tzenzontle que busca donde hacer nido, rehilete que engaña la vista al girar"- pero fue a Chava Flores a quien le correspondió registrar los detalles que conforman el folclor urbano.
Porque el folclor ha estado siempre, entendiéndose esta palabra como el conjunto de las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares, solo que ha variado mucho desde aquel México de Ayer sobre el que "Chava" Flores escribió "Una indita muy chula/tenía su anafre en una banqueta/ su comal negro y limpio/freía tamales en la banqueta, gorditas de masa/piloncillo y canela/al salir de mi casa/compraba un quinto para la escuela...Estas cosas hermosas, porque yo así las ví, ya no están mas en mi tierra/ya no están mas aquí".
Salvador Flores Rivera nació el 14 de enero de 1920 en la calle de la Soledad, en el corazón del barrio de la Merced de la ciudad de México. Lo que se podía apreciar entonces en su canción:
Empedradas sus calles/eran tranquilas, bellas y quietas/ los pregones rasgaban el aire limpio/Vendían cubetas, tierra para las macetas/ la melcocha, la miel/chichicuilotes vivos/mezcal en penca y el aguamiel...
"Las calandrias paraban/ solo el viejito fiel/ que vendía azucarillos/ improvisaba su verso aquel: Azucarillos de a medio y de a real/ para los niños que quieran comprar".
"Hoy mi México es bello/como nunca lo fue/ pero cuando era niño/ tenía mi México, un no se que".
En esa canción Mi México de ayer, Salvador Flores dejó por un momento el estilo irónico que caracterizó sus composiciones y recordó con melancolía esa vieja ciudad. Es quizá su melodía más acabada y más cuando se escucha en voces como la de Viola o Guadalupe Pineda.
El Metro y la Ruta 100
Hoy los pregones son muy escasos y si los hay razgan el esmog y no el aire limpio. Muchos jóvenes no sabe que una calandria es un carruaje tirado por caballos, o ya desde hace muchos años el mejor transporte es el Metro, al que también le cantó Chava Flores.
"Voy en el Metro...¡Que grandote, rapidote y que limpiote/ Que deferencia del camión de mi compadre Jilemón/ que va al Panteón/ aquí no admiten guajolotes/ ni tamarindos", zopilotes, ni huacales con elotes/ ni costales con carbón.
"Adios mi linda Tacuba, ya pasamos por Cuitlahuac, ya pasamos por Popotla y el Colegio "melitar"/ya me estoy arrepintiendo no haber hecho de "las aguas"/si me sigue esta nostalgia yo me bajo en la Normal".
Los agentes de tránsito ya no usan uniformes de color tamarindo y para la década de los ochenta, en los camiones de la "Ruta 100" no se vale ir colgados del estribo como "zopilotes", aunque de cualquier manera la canción conservó su vigencia.
Lo que no varía en el folclor urbano, pese a la crisis, es el río de gente que cada sábado recorre las céntricas calles para hacer una compra y por la noche busca donde tomar una copa antes de rematar con un platillo caldoso para evitar la cruda.
Así es el "Sabado Distrito Federal" al que le cantó Chava Flores:
"Desde las 10 ya no hay donde parar el coche/ ni un ruletero que lo quiera a uno llevar/ llegar al centro/atravesarlo es un desmoche/ un hormiguero no tiene tanto animal.
"Los almacenes y las tiendas son alarde/ de multitudes que así llegan a comprar/ al puro fiado porque está la cosa que arde/ al banco llegan nada más para sacar (...) toda la tarde p'al café se van los vagos/ otros al pokar, al billar o al dominó/ ¿y la familia? muy bien gracias no comió"
"Por favor, prende la luz, nada te cuesta/ que te quiero dedicar esta canción: ya nos anda porque nos abras la puerta/ y nos brindes una copa de licor./ Es tu Santo y a cantarte hemos venido, nos escucha muy atento el velador/ le suplico, te lo ruego te lo pido/ nos invites a pasar al comedor. Varias veces ha pasado la patrulla, y nos pone en muy difícil situación; si nos llevan para "el bote" es culpa tuya/ por no hacernos una fiel invitación. /Yo te juro que a la gorra no venimos/ no tampoco a recibir tu ingratitud, pues no es justo que lleguemos y nos y nos fuimos/ sin echarnos una copa a tu salud..."
Salvador Flores conoció el folclor de casi todos los barrios de la Ciudad de México. El mismo explicaba: Parece que mi papá no pagaba la renta porque a cada rato nos cambiabamos de casa, de la Merced a Peralvillo y de ahí a la Tepeyac.
En esta revista los aficionados a la música pudieron conocer la letra de canciones de Luis Alcaraz, Carlos Crespo y otros autores de la época.
Durante algún tiempo la recolección de canciones y su difusión tuvo éxito, aunque como sucede con muchos proyectos editoriales llegó el momento en que se volvió imposible financiarla. De todas maneras Salvador ya había probado las mieles del ambiente musical y se dedicó a componer. Uno de sus méritos es que sus temas no eran en absoluto complicados. Literalmente de cualquier cosa podía inspirarse para hacer una canción, hasta de la observación de "La Esquina de Mi Barrio":
"En la esquina de mi barrio hay una tienda que se llama La ilusión del Porvenir/ junto de ella esta la fonda de Rosenda/ que en domingo le echa al mole ajonjolí. /Frente se halla la botica "La Aspirina"/ donde surte sus recetas mi amá; /tiene junto a la cantina Mi Oficina/ donde cura sus dolencias mi apá/ y le sigue La Mejor carnicería, donde vende el aguayón Don Baltazar. Es la esquina de mi barrio, compañeros/ un lugar de movimiento sin igual; /los camiones, los transeuntes y los perros; no la cruzan sin tener dificultad"
"Voy en el Metro...¡Que grandote, rapidote y que limpiote/ Que deferencia del camión de mi compadre Jilemón/ que va al Panteón/ aquí no admiten guajolotes/ ni tamarindos", zopilotes, ni huacales con elotes/ ni costales con carbón.
"Adios mi linda Tacuba, ya pasamos por Cuitlahuac, ya pasamos por Popotla y el Colegio "melitar"/ya me estoy arrepintiendo no haber hecho de "las aguas"/si me sigue esta nostalgia yo me bajo en la Normal".
Los agentes de tránsito ya no usan uniformes de color tamarindo y para la década de los ochenta, en los camiones de la "Ruta 100" no se vale ir colgados del estribo como "zopilotes", aunque de cualquier manera la canción conservó su vigencia.
Lo que no varía en el folclor urbano, pese a la crisis, es el río de gente que cada sábado recorre las céntricas calles para hacer una compra y por la noche busca donde tomar una copa antes de rematar con un platillo caldoso para evitar la cruda.
Así es el "Sabado Distrito Federal" al que le cantó Chava Flores:
"Desde las 10 ya no hay donde parar el coche/ ni un ruletero que lo quiera a uno llevar/ llegar al centro/atravesarlo es un desmoche/ un hormiguero no tiene tanto animal.
"Los almacenes y las tiendas son alarde/ de multitudes que así llegan a comprar/ al puro fiado porque está la cosa que arde/ al banco llegan nada más para sacar (...) toda la tarde p'al café se van los vagos/ otros al pokar, al billar o al dominó/ ¿y la familia? muy bien gracias no comió"
Prende la Luz
La Ciudad crece y aunque hay quien dice que se deshumaniza, lo cierto es que se conservan algunas tradiciones, sobre todo en las colonias populares, por ejemplo la de llevar serenata. En "Las otras Mañanitas" nuestro personaje enfatizó:"Por favor, prende la luz, nada te cuesta/ que te quiero dedicar esta canción: ya nos anda porque nos abras la puerta/ y nos brindes una copa de licor./ Es tu Santo y a cantarte hemos venido, nos escucha muy atento el velador/ le suplico, te lo ruego te lo pido/ nos invites a pasar al comedor. Varias veces ha pasado la patrulla, y nos pone en muy difícil situación; si nos llevan para "el bote" es culpa tuya/ por no hacernos una fiel invitación. /Yo te juro que a la gorra no venimos/ no tampoco a recibir tu ingratitud, pues no es justo que lleguemos y nos y nos fuimos/ sin echarnos una copa a tu salud..."
Salvador Flores conoció el folclor de casi todos los barrios de la Ciudad de México. El mismo explicaba: Parece que mi papá no pagaba la renta porque a cada rato nos cambiabamos de casa, de la Merced a Peralvillo y de ahí a la Tepeyac.
Valor Testimonial
Sus canciones tienen un valor testimonial, por ejemplo cuando ampliaron la avenida Paseo de la Reforma compuso "Vino la Reforma", donde con varios juegos de palabras ironiza sobre el puente que unirá una colonia tradicionalmente popular con una zona residencial:
"Vino la Reforma, vino la Reforma/ Vino la Reforma a Peralvillo;/ora si, las Lomas ya semos vecinos, ¡Ya sabrás mamón lo que es bolillo!.
"Vino la Reforma,vino la Reforma/ ya sabrán Las Lomas de los tacos: de cachete y bofe, para que haiga roce/ pa' que los de la alta/ sepan ya vivir".
Pero estábamos en que Chava conoció varios barrios y este no fue únicamente porque su padre no haya pagado la renta sino porque ya en la edad adulta se desempeñó en diversos oficios que lo hicieron cambiar frecuentemente de rumbo: hizo corbatas, atendió una carnicería, trabajó como transportista, hasta fue tendero.
Todas estas experiencias le permitieron captar la forma de vida popular y con un poco de fantasía -Y otro poco de picardía- logró canciones que reflejan el folclor urbano.
En 1949 Salvador Flores decidió fundar su propio negocio ligado a la música mexicana: recopiló algunas de las mejores melodías y las imprimió para una publicación a la que denominó "Álbum de oro de la Canción"
"Vino la Reforma, vino la Reforma/ Vino la Reforma a Peralvillo;/ora si, las Lomas ya semos vecinos, ¡Ya sabrás mamón lo que es bolillo!.
"Vino la Reforma,vino la Reforma/ ya sabrán Las Lomas de los tacos: de cachete y bofe, para que haiga roce/ pa' que los de la alta/ sepan ya vivir".
Pero estábamos en que Chava conoció varios barrios y este no fue únicamente porque su padre no haya pagado la renta sino porque ya en la edad adulta se desempeñó en diversos oficios que lo hicieron cambiar frecuentemente de rumbo: hizo corbatas, atendió una carnicería, trabajó como transportista, hasta fue tendero.
Todas estas experiencias le permitieron captar la forma de vida popular y con un poco de fantasía -Y otro poco de picardía- logró canciones que reflejan el folclor urbano.
En 1949 Salvador Flores decidió fundar su propio negocio ligado a la música mexicana: recopiló algunas de las mejores melodías y las imprimió para una publicación a la que denominó "Álbum de oro de la Canción"
En esta revista los aficionados a la música pudieron conocer la letra de canciones de Luis Alcaraz, Carlos Crespo y otros autores de la época.
Durante algún tiempo la recolección de canciones y su difusión tuvo éxito, aunque como sucede con muchos proyectos editoriales llegó el momento en que se volvió imposible financiarla. De todas maneras Salvador ya había probado las mieles del ambiente musical y se dedicó a componer. Uno de sus méritos es que sus temas no eran en absoluto complicados. Literalmente de cualquier cosa podía inspirarse para hacer una canción, hasta de la observación de "La Esquina de Mi Barrio":
"En la esquina de mi barrio hay una tienda que se llama La ilusión del Porvenir/ junto de ella esta la fonda de Rosenda/ que en domingo le echa al mole ajonjolí. /Frente se halla la botica "La Aspirina"/ donde surte sus recetas mi amá; /tiene junto a la cantina Mi Oficina/ donde cura sus dolencias mi apá/ y le sigue La Mejor carnicería, donde vende el aguayón Don Baltazar. Es la esquina de mi barrio, compañeros/ un lugar de movimiento sin igual; /los camiones, los transeuntes y los perros; no la cruzan sin tener dificultad"
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