sábado, 5 de diciembre de 2009

YO SOY MI PROPIA ESPOSA

Por Ramsés Ancira

Héctor Bonilla es reconocido como uno de los mejores actores mexicanos del Siglo XX y en Yo soy mi Propia Esposa un monólogo ganador de los premios Pulitzer y Tony, refrenda su fama en la primera década del Siglo XXI.


Se trata de la adaptación de diversas entrevistas a Charlotte von Mahlsdorf, originalmente Lothar Bersfolde, personaje alemán al que el nazismo y el comunismo no arredraron para asumir una personalidad transexual.

De todo el monólogo hay una parte sobresaliente: primero condecorada y luego atacada por los neonazis, Charlotte está considerando mudarse de Alemania a Suecia; la conductora de un frívolo programa de televisión, (interpretada por Bonilla, al igual que otros 30 personajes) le pregunta si por su avanzada edad no es como un árbol que ya no puede ser transplantado, a lo que ella responde que no es un árbol sino una planta que lleva consigo su propia maceta.

El personaje protagónico es la propietaria de un museo de antigüedades integrado por objetos que fueron propiedad de quienes habrían de convertirse en víctimas de la II Guerra Mundial o de la ocupación soviética de Berlín.

El autor es Doug Wright, escritor homosexual que quedó impresionado por la personalidad de Charlotte, fiel a la identidad que decidió adoptar durante décadas en la que no se reconocía la transexualidad.

A diferencia de casi todas las obras que abordan la diversidad sexual, en Yo soy mi propia Esposa no se destacan la farsa o la parodia, está más cerca del periodismo dramatizado que de la comedia o el drama y quizá más que el texto mismo lo que atrae al público es la presencia de un actor que forma parte de nuestra memoria teatral, un hombre de principios con una trayectoria que supera a la fecha más de 120 puestas en escena.

Los viernes, después de 115 minutos de un prodigioso esfuerzo de memoria y actuación, Héctor Bonilla corre a descansar para levantarse a las 5:30 de la mañana del día siguiente para grabar para la televisión.

Desde hace 30 años, cuando protagonizaba al padre Silvestre en El Diluvio que Viene, o desde que desafió al sistema produciendo y filmando Rojo Amanecer, o de la época en que enfrentó el desempleo por integrarse a un sindicato de actores independientes, Héctor Bonilla ha ganado admiradores como actor y como persona.

Diré algo políticamente incorrecto, con la ventaja de tener un medio sin patrocinador ni sueldo: A mi la obra no me gustó, no me informó nada trascendente, ni emotivo. La puesta en escena carece de imaginación y de ese talento de los mexicanos para superar las versiones originales. Con todo y su Pulitzer y su Tony , estamos ante un actor que supera la pieza.

Todo descansa en el carisma, la memoria y el talento del protagonista, por eso YO SOY MI PROPIA ESPOSA será memorable, como lo fue Mi Vida es Mi Vida, sólo que esta vez no por la fuerza del libreto, sino por la simpatía y enorme esfuerzo del actor.


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