miércoles, 4 de noviembre de 2009

Julie & Julia


No es una película con una gran historia de amor; no ocurre, como en la excelsa cinta sobre el arte de cocinar, El Festín de Babette, que se vean platillos de una presentación maravillosa; por el contrario, el estofado de ternera parece más común que corriente, y a pesar de todo el gran mérito de Julie & Julia, podría ser exactamente su sencillez.

Historias paralelas que nunca se han de cruzar y que paradójicamente están entrelazadas todo el tiempo. En una conocemos la manera en que Julia Child pasó de ser esposa de diplomático a conductora de un programa de televisión, mientras que en la otra sabremos de que manera Julie Powell inspiró la primera película de alto presupuesto que también esta inspirada en un blog de Internet.

Curiosidad para la trivia: Nora Ephron también es la guionista de Tienes un e- mail, la cinta en la que actuaron Tom Hanks y Meg Ryan, lo que demuestra que Nora es una de las primeras directoras con buenas credenciales de cibernauta.

Para el público mexicano nacido antes de la séptima década del Siglo XX, seguramente la mujer interpretada por Meryl Streep, les recordará mucho a Chepina Peralta, la culta dama mexicana que empezó con una sección de cocina en el Diario del Hogar y que durante muchos años tuvo su propio programa en diversos canales.

Dos cosas destacan en el papel asignado a Streep, su engolada voz y la estatura representada, lo que obligó a la vez a conseguirle unos tacones extraordinarios y un co-reparto de chaparritos.

Hay momentos de veras finos en la película, uno de ellos tan sutil y delicado como aquel en que se recibe la noticia de que otra persona de la familia Child, está embarazada. No hay una sola palabra y sin embargo esta sola escena justifica y explica porque alguien puede tomarse el tiempo de desarrollar una pasión como la cocina.

De igual manera queda establecido el porque la señora Child siempre está de buen humor para cocinar y es que una vida sexualmente sana seguramente desarrolla mucho la creatividad. Por algo dice un refrán que "para el sexo y la cocina hay que meter las manos"

Entre escenas de un supuesto París y un Boston, que en realidad son locaciones de una estación de tren remodelada en New Jersey; conocemos la historia de dos cocineras, pionera una y tan fiel seguidora la otra, que su afan despierta el interés de periodistas del Christian Science Monitor y del New York Times quienes llevaron su historia al papel, originando una trama que culmina en película femenina de muy buen gusto, el buen gusto de las langostas thermidor y los aspic, en el 2009.

Complementa el reparto Stanley Tucci, a quien tal vez usted recuerde por su simpática peluca en ¿Bailamos? o el sarcástico asistente de El Diablo viste de Prada, donde por cierto ya había trabajado con Meryl Streep. Como el galan joven de esta tragicomedia gastronómica y biográfica, aparece Chris Messina, quien hasta ahora habia destacado más por su participación en series de televisión que en el cine.

De las mejores escenas de la película aquella en la que vemos la cocina instalada en un museo y luego la vemos en pleno uso muchos años atrás. Una recomendación, si la va a ver al cine, no vaya en ayunas.

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Una kathedra en un minuto

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