Hoy compartiré con ustedes la narración de una conversación que nunca sucedió. Esta conversación se llevó a cabo en la Ciudad de México entre Leopoldo (Polo) y su abuelita Ana María. Se trata sobre los dos volcanes más famosos que pueden ser vistos desde cualquier parte del Valle de México. La mayoría de los extranjeros conocen este valle como la Ciudad de México, aunque políticamente hablando, esto sea incorrecto.
Estos dos volcanes no solamente son famosos por ser bellísimos, sino también por la leyenda azteca que los rodea. En la lengua de los aztecas, el Náhuatl, el Popocatépetl (Montaña Humeante) se refiere al más alto de los dos. La Iztaccíhuatl (Mujer Blanca), es mejor conocida como la Mujer Dormida. Si alguna vez has visitado la Ciudad de México, tú sabrás que cualquiera de estos nombres, describe perfectamente a ambos volcanes. Estos dos volcanes son magníficos.
Esta conversación toma turnos entre el México moderno y el México antiguo. Sigue su camino hasta que la historia y la leyenda se entremezclan de tal manera que se hace difícil distinguir la una de la otra. Algo así como la herencia familiar de la mayoría de los mexicanos. Es muy difícil determinar si quieren ser españoles o indios nativos americanos, porque la mayoría de los mexicanos modernos son una mezcla de ambas razas. Una mezcla de ambos mundos, el europeo y el americano. Un hilo común que comparten en sus respectivas historias es el hecho de que ambos son seres humanos. Sí, con todas sus virtudes y defectos que significa ser humano. Esta conversación empieza así:
Ana María: Polo, crees que algún día podremos ver nuevamente el idilio amoroso entre el Popocatépetl y la Iztaccíhuatl.
Polo: Por supuesto abuelita, no es cuestión de si, sino de cuándo. Es solamente cuestión de tiempo hasta que uno o varios de los herederos del México antiguo encuentre(n) una solución al problema de la contaminación. Sus antepasados crearon el problema y ellos sabrán encontrar la solución. Ellos limpiarán el aire y el orgulloso Popocatépetl parará de llorar.
Ana María: Llorar, ¿quién está llorando?
Polo: El volcán abuelita, el Popocatépetl.
Ana María: Polo ¿qué te pasa?, te patina el coco querido nieto.
Polo: Abuelita, es verdad. Cuando vemos fumarolas por los aires, en realidad lo que estamos viendo son lágrimas de volcán. Así es como lloran los volcanes.
Ana María: ¿En serio? Haber dime, y ¿por qué llora el volcán?
Polo: Porque está triste. Está triste porque los mexicanos modernos ya no pueden ver a su amada Iztaccíhuatl y por culpa de la contaminación ya no pueden ver como cuida su sueño esperando pacientemente a que despierte.
Ana María: ¿De qué estás fumando? Digo, presta para andar iguales ¿no?
Polo: No estoy fumando nada abuelita. Solamente es la leyenda. En ésta los herederos modernos mexicanos juegan un papel importante.
Ana María: ¿De qué estás hablando? ¿Cómo?, ¿Quién?, ¿Cuándo?, ¿Por qué? Aún si es verdad lo que estás diciendo, por muy chichos que sean, yo no veo como puedan limpiar tanta contaminación ambiental. ¿Los herederos?, ¿Cuáles herederos?
Polo: Los universitarios abuelita, los herederos educados de los antiguos Mexicanos.
Ana María: Ahora si me hiciste reír. Tú estás hablando de los mismos universitarios que se la pasan protestando y bloqueando las avenidas y calles principales de la ciudad, agravando aún más la contaminación. ¿Estás tú diciendo qué un día uno o más de estos universitarios resolverán el problema de la contaminación ambiental? Sí, definitivamente estás loco de la cabeza querido nieto.
Polo: Abuelita, ponte a pensar. ¿Por qué protestan? Los universitarios no pueden evitarlo. Ellos fueron educados a levantar la voz ante la mentira, la injusticia. En el caso de la UNAM, está aún plasmado en su lema universitario: Por Mi Raza Hablará el Espíritu.
Ana María: Polo, ¿por qué pones tanta fe en esos estudiantes? La gran mayoría ni siquiera pueden encontrar trabajo. Sí son tan buenos cómo dices, por qué ni siquiera los graduados pueden encontrar trabajo, ya por no hablar de los estudiantes. La gran mayoría de las compañías ni siquiera los contratan. Tienen fama de rijosos.
Polo: La mayoría de las compañías no saben que la UNAM, UAM, y otras escuelas públicas y politécnicos, tienen unos de los mejores graduados no solamente de México sino del mundo. En iguales circunstancias, la mayoría de ellos pueden competir con quien sea y donde sea. Tan solo el otro día estaba hablando con un amigo mío quien vive en los Estados Unidos y que ni siquiera se ha graduado en México. Él me dijo que afortunadamente para él, su competencia en la fuerza laboral fue educada en un sistema que frecuentemente practica la promoción social para avanzar de un nivel a otro.
Ana María: ¿Qué significa promoción social? Polo
Polo: Quiere decir que ellos no tienen exámenes de admisión cuando pasan de la primaria a la secundaria, luego a la preparatoria. Los exámenes de admisión serios, empiezan hasta la universidad.
Ana María: ¿Por qué no tienen exámenes de admisión?
Polo: Tal vez porque Estados Unidos es un país rico y puede darse el lujo de educar a todos hasta que terminen la preparatoria. Ya después si quieres ir a la universidad y tienes el dinero, puedes ir prácticamente a cualquier escuela que tú quieras, salvo contadas excepciones, por supuesto.
Ana María: ¿Qué quieres decir? ¿La educación no es gratis?
Polo: Bueno, hasta la preparatoria sí lo es. Ya después las universidades te la dejan caer. Prácticamente te cobran un ojo de la cara. Si tienes dinero entras. No te preocupes, si no tienes dinero también entras siempre y cuando te comprometas a pagarles, aunque sea endeudándote de por vida. Ésta es la razón por la cual la mayoría de los estudiantes universitarios en los Estados Unidos deben cantidades astronómicas de dinero. No es nada personal, es solo cuestión de negocios.
Ana María: ¿En serio? En México la universidad pública es prácticamente gratis.
Polo: Sí pero recuerda que muy pocos, comparativamente hablado dado el número de habitantes, califican para asistir a esas universidades. El dinero es la razón por la que países pobres como México hacen exámenes de admisión en cada nivel educativo de manera indiscriminada. El país necesita asegurarse que como estudiante puedes hacerla grande.
Ana María: ¿Estás diciendo que es la competición, el corazón del sistema capitalista, lo que hace en promedio; a un estudiante mexicano mejor preparado que un estudiante estadounidense.
Polo: Precisamente abuelita. No porque sean más inteligentes, sino porque tuvieron que pasar por un proceso de selección muy riguroso. Viéndolo así, cuando una compañía Mexicana o extranjera vean a un(a) graduado(a) o a un(a) estudiante pidiendo trabajo, y es de una de esas universidades, deberían considerar muy seriamente su contratación. La palabra Licenciado(a), que es muy común en tarjetas de presentación debería ser considerada con seriedad. Si el graduado(a) no hizo trampa obteniendo su título, las compañías deben estar confiadas en saber que ese(a) graduado(a) ha pasado un riguroso proceso de selección validado por alguna de esas universidades. Abuelita, te digo; no es fácil obtener el título de Lic. de una universidad pública mexicana.
Ana María: ¿En verdad?, ¿Tan buenos son?
Polo: Te pongo como ejemplo a mi amigo, que ni siquiera se graduó de la UNAM o la UAM. Me estaba diciendo que normalmente él puede debatir cualquier tema de su competencia con cualquier graduado con maestría de cualquier universidad estadounidense. En días cuando anda inspirado, él puede tener discusiones de alto nivel con graduados con doctorado de universidades de prestigio. Abuelita y esto me lo dijo un estudiante que ni siquiera se ha graduado.
Ana María: Ufff, es impresionante.
Polo: No, no lo es, si comprendes cómo funciona el sistema. Mi amigo me dijo que viéndolo bien, diferencia principal entre el sistema educativo de México y de los Estados Unidos es el hecho de que en México, desde la primaria te enseñan a aprender por tu cuenta. Eso es todo, así de simple. Me pregunto si es así de competitivo en los Estados Unidos.
Ana María: Esa es la razón por la que dijiste que algún día uno de esos estudiantes o graduados solucionaran el problema de la contaminación ambiental en la Ciudad de México.
Polo: Así, es abuelita, así es.
Ana María: ¡Pues bien, dile a esos muchachos(as) que se apuren porque nos estamos muriendo aquí!
Polo: Sí pasará abuelita, ellos(as) la limpiarán, uno(a) de ellos(as) inventará la solución. Estoy seguro de eso, es tan solo cuestión de tiempo.
Ana María: Caminemos a casa Polo, se está haciendo tarde y me estoy cansando. La contaminación me ha afectado muy seriamente el día de hoy.
Así, al irse de regreso a casa, Polo voltea a mirar a los volcanes y casi no puede verlos. No puede evitarlo y una lágrima cae por sus mejillas. Él está tan triste como el Popocatépetl. De repente su abuelita le hace otra pregunta.
Ana María: Polo, ¿que tal y se te hace y todos los habitantes del Valle de México pueden mirar nuevamente el idilio amoroso entre Popocatépetl y la Iztaccíhuatl? Y por esa razón la Iztaccíhuatl despierta, entonces qué? Nosotros tendremos en nuestras manos no a un hombre llorando sino a una mujer llorando. Déjame decirte querido nieto, nosotras las mujeres lloramos más fuerte que ustedes los hombres. Dime entonces, ¿qué le pasará a nuestro valle?
Polo: Tienes razón abuelita, no pensé en eso. Después de un rato, Polo agrega, Ese será un problema para una futura generación de universitarios. Ellos resolverán el problema, de eso estoy seguro.
Héctor García López