Héctor García López
Sí, ella lo mató y lo hizo desde China. Pero, ¿Cómo lo hizo? El día de hoy me gustaría compartir con ustedes un breve cuento que ilustra lo que podría pasar, tanto en vida como en en el mundo de los negocios; cuando no consideramos las posibilidades de consecuencias no deseadas.
Esta es la historia de mi Colibrí y yo, es nuestra historia. Digo mi Colibrí por que con el paso del tiempo, habíamos establecido lazos de amistad. Me gusta pensar que él, el Colibrí, también creía que yo le pertenecía a él.
Hace como cinco años, una de mis vecinas, quién vivía sola, regresó a su tierra natal; China. Su visita duró mucho tiempo, casi cinco años. Fue tan larga su duración que la ciudad por poco y confisca su casa para recuperar impuestos acumulados. Ella casi perdió su casa. Casi, por que a unos días de que la ciudad pusiera la casa en subasta, ella reapareció. Alguien le había hablado y ella se regreso de boleto. Solo volvió para vender su casa y se regreso tan rápido como había regresado.
Ya se imaginarán lo que pasa en una casa abandonada después de cinco años de abandono total. Ratas y toda clase de criaturas no deseables se multiplican en el lugar.
Mi esposa creó un bellísimo jardín en las afueras de nuestra cocina. Podemos admirar su belleza cuando nos sentamos a disfrutar nuestro desayuno matinal. Este jardín está lleno de plantas y flores que rebosan de aromas y hermosos colores y que además, atraen toda clase de seres vivos. Al final de este pequeño jardín, hay una parrilla e inmediatamente después, una exuberante planta de Sague mexicano. A los colibríes les encanta libar el néctar de estas flores.
Si eres jardinero(a) siempre estas librando con los caracoles. Mi esposa se pasa el tiempo batallando con ellos. Un día, ella notó que los caracoles casi habían desaparecido de nuestro jardín. Casi, por que la única huella que habían dejado de su existencia fueron sus conchas vacías. Ella estaba muy contenta hasta que una compañera de trabajo le dijo: si no hay caracoles en tu jardín, entonces es muy probable que haya ratas.
Ratas, ¡oh no! No, de ninguna manera, no en nuestro jardín. Así pues, ¿cómo matar ratas en un jardín orgánico, sin envenenarlo? Sencillo, consigues un gato, enemigo natural de las ratas. Tal y como lo pensé, después de un corto tiempo, la armonía había regresado al jardín. El gato estaba en control de la situación. Sí, él era el rey de la jungla, o en este caso; del jardín.
Una bella mañana, que prefiero no recordar, miré al gato encima de la parrilla. Él estaba recostado y sin preocupación alguna, como sólo los gatos saben hacerlo. Lo que él estaba a punto de hacer, nunca pasó por mi mente. ¿Cómo pudo hacerlo? ¿Cómo pudo atreverse? ¡Imperdonable!
Sí, él tenía ganas de cazar y yo no me dí cuenta hasta que ya era demasiado tarde. ¡Aaarrgghh! Aún recuerdo claramente a ese gato en posición rezagada, y saltando desde la parrilla. Con un rápido zarpazo, él mató a mi Colibrí. Pero, ¿por qué? Mi Colibrí no le hacía daño a nadie, él solo estaba suspendido en el aire disfrutando el néctar de su flor. ¡Él tan solo estaba siendo un Colibrí!.. ¡Pues...el gato también estaba solo siendo un gato! ¡Que tragedia! La naturaleza puede ser realmente cruel.
Después de hacer luto por la muerte de mi Colibrí, no sin antes haber regañado al gato. Empecé a pensar acerca de la cadena de eventos que terminaron en la muerte de mi amado colibrí.
No, no, no fue culpa del gato. Después de todo, él tan solo estaba siguiendo su instinto natural. No, tampoco fue culpa de mi vecina. Aún después de tanto quererla culpar por haber dejado su casa abandonada durante cinco años. No había vuelta de hoja. La culpa era mía, yo traje al gato, yo había matado al colibrí.
Sí, la muerte de mi Colibrí se debió a mi falta de visión. Fue mi negligencia, por no haber previsto las posibilidades. La trágica muerte de mi Colibrí fue el resultado de consecuencias no deseadas.
Héctor García López