Meryl Streep, Robert Redford y Tom Cruise, una leona y dos leones haciendo cine en un país de corderos
A Estados Unidos le tomó bastante menos de cinco años terminar con la Segunda Guerra Mundial, en Afganistán lleva 6, en Irak sigue la cuenta después de superar el millón de víctimas entre civiles y soldados y todavía hace balandronadas en Irán sin que haya una sociedad suficientemente interesada en parar la masacre. Manadas de leones son conducidas por corderos a la guillotina y se dejan matar sin desplegar las garras.
Tal vez la película dirigida por Robert Redford es tan atractiva porque nos da el sermón que muchos quisiéramos pronunciar, tal vez porque los cinéfilos no dejamos de sorprendernos por esa Meryl Streep que envejeció en la serie de televisión Holocausto,(Marvin J Chomsky 1978) que tuvo que decidir cual de sus dos hijos debía ser entregado a los hornos nazis en La Decisión de Sophie (Alan J Pakula 1982) y que fue una tremenda villana en El Diablo Viste de Prada (David Frankel 2006).
O tal vez porque sabemos que Robert Redford es mucho más que uno de los galanes icónicos del siglo XX; un entusiasta propagandísta del cine independiente, creador del festival Sundance y un hombre que cree en el cine como herramienta para formar conciencias.
Luego Tom Cruise, el envidiado ex-esposo de Nicole Kidman, en el papel de un Senador Republicano, niño bonito salido de Harvard, experto en inteligencia militar de lo que debería ser, pero que nunca es, al que no le importan ni concede la menor experiencia a los mismos errores cometidos en Vietnam 40 años atrás.
Y finalmente un negro y un mexicano, dos jóvenes que no se sienten dignos del Sueño Americano, que creen que al menos deben hacer una tregua en sus vidas para merecer la Universidad y sus estudios de Ciencia Política.
Tres historias paralelas, en el cubículo de un catedrático, la oficina de un senador y una base militar equipada con los aparatos más modernos de metereología y visión nocturna que de nada valen cuando un pueblo se resiste a ser ocupado.
Leones por Corderos. Una reflexión sobre los medios de comunicación para los que la guerra no es más que una noticia en la base de la de pantalla mientras nos enteramos de los escándalos de la actriz de moda.
No es una película de suspenso, no tiene efectos espectaculares ni grandes emociones. A muchos no les gusta, de más de seis mil personas que la han calificado en Internet Movies Data Base, son los cinéfilos menores de 17 años los que más la han valorado.
Son los mismos que ya están hartos de los políticos y de la política, que han llegado a la conclusión de que no se puede luchar contra el sistema, que todo se corrompe y no tiene remedio; que hay que disfrutar el momento, las fiestas y las fraternidades estudiantiles porque en todo caso ya llegará el momento de corregir si fuera necesario.
Leones por Corderos podría ser fácilmente una obra de teatro, un ensayo sobre la paz o una miniserie de televisión, pero tenemos la fortuna de que es una extraodinaria película escrita por un joven valor de Hollywood Matthew Michael Carmahan, lo que facilita su revisión.
No espere grandes cosas. Una sola, pero importante ¿de que lado se colocaría usted? Se puede elegir entre ser León o Cordero. Eso sí, no espere a que se haga la versión en DVD o la transmitan en HBO. Es cine-periodismo, es arte emergente. Es una película para ver hoy.
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