Ilustración original de la historieta
300, de Frank Miller, fielmente reproducida en la versión cinematográfica
Si logramos despojarnos de cualquier suspicacia política, 300 puede ser una película sumamente divertida. Realmente es como meterse a leer una historieta moderna, con enormes ilustraciones y la técnica, ahora tan usual, sobre todo para el tratamiento de personajes oscuros, de un personaje no identificado que va contando la historia.
Si vemos la película en pantalla IMAX también es recomendable llevar tapones para los oídos porque si tenemos una audición normal saguramente saldremos de la sala con una incómoda inflamación en los tímpanos.
El problema es si se nos ocurre imaginar que la producción de la Warner Bross, inusualmente promocionada en noticieros y otros programas estadounidenses, es una metáfora sobre la guerra en Irak, donde los buenos y valientes gringos están representados por los espartanos, los feroces y sanguinarios iraquies por los persas y los corruptos y perversos políticos que se niegan a mandar al ejercito a las Termópilas, son los políticos del partido demócrata en los Estados Unidos.
Tal vez sea una mera especulación y lo que ocurre es que los argumentistas de historietas tienen las mismas técnicas conocidas por los propagandistas de la guerra; pero sin revelar la trama, esos 3oo espartanos defensores de la libertad y del honor, parecen tener demasiado en comun con los asesores fundamentalistas de Mr. Jorgito Bush, en tanto que los oscuros (de piel y de alma) persas tienen un "no se que" que los identifica con los musulmanes, los irakies y los iraníes, no como de verdad son, sino como los imaginan en algunos lugares de Norteamerica.
Y puede que sea pecar de suspicaz, pero si el US Army necesitara un arma de propaganda para enrolar a los cada vez más desconfiados jóvenes norteamericanos, no dude que después de los alucinantes efectos especiales de 300, filmada casi totalmente con "green screen" para digitalizar rinocerontes y elefantes, habrá muchos que estampen su firma y se contraten como carne de cañón.
Lo bueno de todo es que si nos quitamos los prejuicios y revisamos las condiciones actuales de la derrota estadounidense en Irak, a los amantes de la guerra solo les quedarán las historietas, y películas como 300, para imaginar lo que nunca podrá ser, el triunfo de un imperio joven y efímero sobre las primeras civilizaciones de la tierra.
Por otra parte los gringos nunca podrán entender lo que significaba la democracia para las ciudades-estado griegas o para personalidades como Sócrates y Platón , quienes entendían por justicia que cada quien se ocupara de lo suyo.
Los republicanos jamás podrán ser comparados con Alejandro Magno, y mucho menos con la decisión de Leonidas de desafiar los augurios de un oráculo (en sus propias palabras una adolescente ebria) para ponerse al frente de un grupo de defensores.
Ahora que también podríamos pensar que Frank Miller, autor de la historieta, es más inteligente de lo que parece y para él los 300 en realidad representan a los iraquies, quienes pequeños en número y todo, serán capaces de vencer al monstruoso y travestista imperio invasor.
Si lo vemos así, la vision de 300 será mucho más compleja, pero también mucho más enriquecedora y entretenida.
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