martes, 29 de julio de 2014

Vinieron del oriente y a él retornaron clamando por Palestina

Por Ramsés Ancira

Como los reyes del evangelio, los contingentes también  llegaron del oriente.

No del poniente de Reforma, donde se encuentra la embajada de Israel, sino del oriente, donde están las oficinas del extinto Sindicato Mexicano de Electricistas, o del sur, donde se encuentran la Facultad de Filosofía de la UNAM y la Coordinadora de Solidaridad con Palestina.


















 


 
Y después de una hora de cantar y de rotular carteles, hacia el oriente volvieron sobre sus pasos. Esta vez con rumbo al hemiciclo a Juárez, como símbolo de la exigencia de que no quieren que se continúe el tratado de libre comercio con Israel, puesto  que recibe petróleo mexicano que se usa para alimentar a los aviones bombarderos que, hasta la mañana del martes 29 de julio,  habían matado a 250 niños y niñas palestinas.

Por eso se hizo un alto inesperado en el Senado de la República, porque es ahí donde se deciden los asuntos externos de México, donde se puede romper, o al menos interrumpir el Tratado de Libre Comercio con Israel, donde pueden llamar a cuentas al secretario de relaciones exteriores y preguntarle porque no ha usado el recurso diplomático de llamar al embajador a consultas, como ya lo reclaman en Ecuador, Brasil, Perú  y Chile.

Y luego, al hemiciclo a Juárez, donde se reclamó con respeto a la embajada de Israel por querer usurpar este símbolo para una marcha convocada  el próximo 5 de agosto.
 
En el Hemiciclo a Juárez se pidió al gobierno de México que se comporte como estado laico, y en consecuencia promueva el respeto haber entre las naciones. Un respeto distinto al que parece querer promover la embajada de Israel, que no quiere que nadie critique al primer ministro Benjamin Netanyahu  aunque dispare sobre los campamentos de refugiados, aunque sean civiles las más de mil personas asesinadas, aunque sea incontable el número de viviendas, hospitales y escuelas destruidas.  

Ya oscurecía y seguían pidiendo el micrófono docenas de jóvenes, con discursos brillantes, bien documentados, que hablaban sobre el holocausto, sobre el museo de la memoria y la tolerancia que sólo pugna por la memoria del holocausto judío, pero no tiene una sola imagen sobre la matanza de palestinos;  sobre la posibilidad de que el bombardeo a Gaza sea por la posibilidad de que haya petróleo o gas natural en esa zona.
Desde la Embajada de Estados Unidos hasta el hemiciclo, la caminata fue lenta, con pausas. Nadie quiso bloquear a propósito el tráfico de vehículos pero fue inevitable por el tamaño del contingente, porque así lo decidieron los agentes de tránsito. En México, a diferencia de Francia o Inglaterra, o Uruguay o Chile, son muy pocos los que tienen raíces o familiares en Palestina, por eso aunque fuimos solo unos cientos los que marchamos, sentimos estar bien representados, por el movimiento de la paz y justicia, por los universitarios, por artistas, sindicalistas.
 
Fue hermoso. Tal vez solo un grano de arena que no sofoca el fuego de las bombas, ni detiene  las ráfagas de las metralletas de los helicópteros artillados con los que se dispara sobre civiles. Aún así  es la mayor manifestación que se ha realizado en México en favor de la paz en Palestina, y nos sentimos orgullosos de haber hecho lo que estaba en nuestras manos y de recorrer el camino que podíamos andar con nuestros propios pies.




Gabino Palomares, un símbolo de la canción de protesta, no solo cantó,  también marchó



 

Una kathedra en un minuto

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