Para quien también sueña con un mundo mejor:
Por Raúl de la Rosa
Estoy enterándome de la muerte de Luis Villoro Toranzo, 1922-2014. Pudiéramos pensar que su muerte es el fin de una era, sin embargo, pienso que más bien es: “Que la era está pariendo un corazón”, parafraseando al cubano Silvio Rodríguez.
Luis Villoro produjo una buena familia y una obra filosófica de profundo contenido ético. Fue congruente y nunca pretendió poseer la verdad absoluta, no se dejó cautivar por sus múltiples reconocimientos académicos, sociales y políticos. No fue un hombre con ‘hambre y sed de poder’, sino un hombre con ‘hambre y sed de justicia’, como alguna vez Luis Donaldo Colosio Murrieta lo citara, sin citarlo. Nunca dejó que su convicción ideológica y política (de izquierda) nublara su razón científica. Su percepción de la ‘realidad objetiva’ siempre estaba fundada en el análisis crítico de la sociedad. Ningún proceso electoral ni ningún candidato de izquierda fue más importante que la búsqueda de la verdad. No se dejó atrapar por las oleadas de la ‘vanidad publicitaria’ ni del ‘comportamiento políticamente correcto’. No fue atrapado por la ‘opinología televisiva o radiofónica’.
Al leer accidentalmente a Luis Villoro, encontré, a los 17 años, que el activismo estudiantil del IPN, en el que estaba participando, no nada más era errático, sino un camino seguro a la perdida de los valores políticos que daban certeza filosófica a los sueños de hacer del IPN una gran institución de educación superior, IES, para contribuir certeramente a que México, fuera un país mejor. Fue así que decidí renunciar a la violencia como método ‘sine qua non’ del activismo estudiantil político y deportivo. Asimismo, entendí que el valor del activismo estudiantil estaba fundado en la responsabilidad ética y en la congruencia entre el pensar, el decir y el hacer; combinado con la eficiencia académica. Luis Villoro me permitió entender la frase de Salvador Allende: “Los estudiantes no hacen la revolución, estudian”. Por él es que entendí el pensamiento del Ché cuando exponía que para transformar a una sociedad, la guerra era sólo el preámbulo, la verdadera revolución y lo verdaderamente difícil era ejercer el poder público de manera justa, democrática y plural, más aún cuando se debía enfrentar a la ignorancia, el hambre y la desilusión, pues el maniqueísmo de los opresores siempre usaría éstas para destruir cualquier revolución.
Luis Villoro me permitió ello cuando, también por accidente, leí su libro ‘El proceso ideológico de la revolución de independencia’, libro que me recomendó mi entonces profesora de la materia Estructura y desarrollo socioeconómico de México.
Cuando leí su libro ‘Creer, Saber y Conocer’, en el año de 1994, y ‘Los grandes momentos del indigenismo en México’, a razón del estallido del Movimiento Armado del EZLN, mi visión sobre México, su historia y su desarrollo socioeconómico fue mucho más preciso, más aún, comprendí que en México también se hacía filosofía pero por alguna razón muy explicable, ésta nos era escondida y por lo tanto debíamos coadyuvar a su debate y difusión. Después de leer dichos libros me reencontré con Vasconcelos y Caso, y descubrí a Dussel y Sánchez Vázquez.
En 1995 leí ‘Historia ¿Para qué?’ y el debate que sostuvo con su contemporáneo Adolfo Sánchez Vázquez sobre el sentido de la historia. Era un hombre religioso aunque no practicaba ninguna religión como tal, sin embargo, jamás negó su identificación con los postulados del cristianismo.
Su muerte debe pesarnos pero no extraviarnos, pues gracias a sus reflexiones ni por un segundo debemos dudar de que un mundo mejor, claro que es posible.
Luis Villoro es un español avecindado en México, pertenece a esa generación de españoles que debido al triunfo de Francisco Franco contra la república española, afortunadamente emigraron a México. Estudiantes de la UNAM, UAM, UdG, Ud Guanajuato, y la UMSNH tuvieron la excelente oportunidad de tenerlo como profesor e investigador. Una sola vez tuve la oportunidad de charlar con él y otros buenos pensadores de la UNAM y del COLMEX, allí corroboré que sus textos no eran huecos, sino reflejo de lo que él mismo pensaba y hacía.
Ojalá, aunque sea después de muerto, me ayuden a difundir su obra científica y la de sus colegas y compañeros de sueños.
Somos mexicanos que tuvimos la fortuna de vivir en los tiempos de Luis Villoro.
Atte.
“… ESTUDIAR LAS RELACIONES ENTRE EL PENSAMIENTO Y LAS FORMAS DE DOMINACIÓN… [ÉSTO ES, ACLARAR] CÓMO OPERA LA RAZÓN HUMANA, AL TRAVÉS DE LA HISTORIA, PARA REITERAR SITUACIONES DE DOMINIO O, POR EL CONTRARIO, PARA LIBERARNOS DE NUESTRAS SUJECIONES…” Luis Villoro, 1982.
Raúl De La Rosa.