Finalista del tercer festival de Teatro Universitario a la mitad de la última década del siglo XX, la obra María o la Sumisión, de Tomás Espinoza vuelve a presentarse en la ciudad de México como examen de cuarto año para los alumnos del Centro Nacional de Teatro.
Con parte de la utilería empleada en la Ópera de los dos Centavos y con el mismo maquillaje de farsa, los alumnos del CENART hacen la representación de una oficina de burócratas, que puede ser cualquiera, pero que más que ninguna se parece a las del Instituto Mexicano del Seguro Social, sino al de la administración más reciente, donde se han corregido muchos de sus vicios, si al de las administraciones del PRI posteriores a 1982, y gran parte de la de Vicente Fox.
A ella llega María, que se distigue por su juventud, belleza y título universitario. Esto será suficiente para que traten de arrastrarla a la masa, integrada por lambiscones, mediocres, incapaces de desempeñar cualquier trabajo fuera del presupuesto público.
Si hacerle la vida imposible no es suficiente, habrá que buscar la manera de volverla como todas; asimiladas, rastreras, superficiales. Obra representada por 8 actrices y cuatro actores. María o la Sumisión podría tener un poco de misoginia; pero seguro que hombres y mujeres verán que esos personajes de farsa tienen muchos referentes en la vida real.
María o la Sumisión es la obra más ligera de las dos que se presentan en estas vacaciones veraniegas del CENART. La otra es la Máquina Hamlet, de autor alemán, que generalmente se presenta en Argentina y España con variaciones experimentales de monólogo y guiñol. Esta trata sobre todas las fomas de tortura, dura tres horas y puede representar una tortura para el espectador porque el tema no es tratado con la elegancia de Shakespeare.
El foro Salvador Novo del CENART es pequeño, la entrada es libre y hay que llegar al menos una hora antes de la función, sobre todo en fines de semana para alcanzar el pase de acceso, que es el mismo programa.
Las funciones son de miercoles a sábado a las 19 horas y los domingos a las 18. Ojalá que el Seguro Social. como en los buenos tiempos de Benito Coquet y los grandes repartos encabezados por Carmen Montejo y Ofelia Guilmain, entre otras, utilizara el teatro para concientizar a sus empleados, para que se vieran en el espejo.
Para nuestro infortunio el gueso del PAN está integrado por empresarios medianos y palurdos, lo que se refleja sin duda en la calidad de su gobierno. Solo el arte ha mantenido y mejorado su función social. Con todas las críticas que se puedan hacer la Cineteca Nacional, el CENART, el INBA y otras instituciones culturales se mantienen como oasis de identidad nacional y arte.
Si todo el gobierno federal tuviera la calidad de sus instituciones culturales, habría PAN para buen rato.
1 comentario :
Muy buena obra, recomendable tienen q ir a verla!!! yo fui al estreno y verdadeamente Genial!
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