martes, 6 de octubre de 2009

Circo Hermanos Vázquez, Temporada 2009


Ramsés Ancira
Cascabelitos y Trompitos, no son los nombres en diminutivo de juguetes, sino el apelativo artístico de los payasos chilenos que son columna vertebral del espectáculo de Circo de los hermanos Vázquez, en su temporada 2009.
Luces encapsuladas en diademas con forma de orejas de ratón de caricatura, tigres de Bengala que saltan en medio de aros de fuego, dromedarios que hacen graciosas reverencias, un pony que juega a rodear el circo en dos patas, gatos que saben el momento preciso de salir a escena y un hipopótamo que se deja cabalgar, ponen el ambiente a un circo clásico, de esos que ya están mas cerca de nuestros recuerdos que de nuestra realidad, sea porque las organizaciones protectoras se oponen al empleo de animales en los espectáculos o porque cada vez es más difícil el manejo de bestias en las grandes ciudades.
En esta época de imágenes en tercera dimensión, de rayos láser con las que se producen espectaculares animaciones, pero también de crisis económicas que parecen insalvables, de gobiernos sátrapas que mantienen como secretario del trabajo al presunto extorsionador de Zhen Li Ye Gon y como procurador General de la República al hombre en cuya gestión Chihuahua se empezó a convertir en una de las entidades más violentas del planeta, pareciera que ya no existen los universos mágicos; pero llega el circo y nos desmiente esta percepción.
Cuando parece que ya solo queda el humorismo cruel de un secretario al que se atribuye haber exigido una cuota de protección al empresario Zhen Li Ye Gon, para financiar la campaña de Felipe Calderón, con la elegante expresión "Cooperas o Cuello" resulta que sí existen otras formas de reír sin llanto.
Al final los payasos "ejecutados" por negarse a tocar la "Marcha de los Santos", aparecerán entre los 20 artistas que agradecen los aplausos de los espectadores, como también los cinco motociclistas colombianos que con una sincronización más cerca de lo insólito que de la lógica desafían la gravedad y el control nervioso de espectadores al filo de las butacas.
La trágica farsa circense de un secretario del trabajo que odia a los trabajadores, sobre todo si son electricistas o mineros, o de un procurador general de la república bendecido por el PRI, que se estrena queriendo re-editar los encarcelamientos sin pruebas de presuntos terroristas, puede ser sustituida al menos en nuestra mente... al menos por dos horas con un circo de a de veras, con un espectáculo cada vez menos frecuente, con animales irracionales que desafortunadamente no son candidatos a sustituir a los más amaestradosm pero menos divertidos ministros del gabinete de Felipe Calderón.

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