lunes, 7 de abril de 2008

La Zona


Tal vez lo que hace a La Zona una película tan especial y aterradora es que no fue necesario construir escenografías para contar la historia de un guetto donde los ricos deciden recluirse por voluntad propia. Los límites entre la miseria y la opulencia no tienen más límite que una frágil barda y trascenderlos es una experiencia mortal para cualquiera que decida cruzarla.
Daniel Jiménez Cacho y Maribel Verdú vuelven a compartir créditos tal y como lo hicieron, aunque nunca aparecieron juntos, en Y Tu Mamá también. Esta vez los jóvenes de clases sociales polarizadas no estarán unidos por un código charolastra, sino por el terror que les provoca un país dividido entre los mugrosos que quien sabe por quien voten y los casatenientes, cuyos perfiles cazan exactamente con la propaganda que promovieran el PAN y el Consejo Coordinador Empresarial, en el México del 2006.
La Mejor Ópera Prima del Festival de Venecia y Premio de la Crítica Internacional del Festival de Toronto recibió los más encendidos elogios de la crítica europea. El diario francés Liberation establece que lo que se ve en la película no hace más que anticipar la violencia social que se está germinando mientras que el director Rodrigo Pla, sintetiza así su tesis: Quienes se aislan creyendo huir de la violencia terminan por ejercerla de manera terrible.
Al tratar La Zona es indispensable darle siempre el crédito a Laura Santullo la escritora de esta obra que transita esplendorosamente entre el suspenso y la denuncia.
Mencion especial merecen Mario Zaragoza (quien caracteriza a un bestial policía que al menos una vez en su vida quiere hacer lo correcto, pero cuyo instinto no está acompañado de la cultura suficiente) y Marina de Tavira la odiosa solterona cuya represión sexual y política solo puede liberarse con la violencia contra el más débil.
Igualmente relevantes son los personajes imberbes, los de un lado de la zona sin prejuicios para dar rienda suelta a su sexualidad y los de la otra, fantaseando sin límites con una violación que tal vez sea la propia proyección de una carnalidad insatisfecha.
La fotografía de Emiliano Villanueva y la música original de Fernando Velázquez son otros elementos clave para esta Opera Prima contundente, como han coincidido en calificarla los mejores críticos europeos y latinoamericanos.

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